Antecedentes

El 22 de Abril de 1947, el Gobierno del Perú, acogiéndose al "prejuicio de la duda" (Mortimer, 1901) sobre la coca y sus efectos, debido a la insistente campaña psiquiátrica (Kraepelin, 1899; Valdizán, 1913; Paz Soldán, 1929, 1939; Ricketts, 1936; Sáenz, 1938; Gutiérrez Noriega, 1944a 1944b, 1944c; Gutiérrez Noriega y Zapata Ortiz, 1944, 1946, 1947), elevó al Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas un proyecto de recomendación, solicitando el nombramiento de una comisión especial que determinara "los efectos nocivos o no" del hábito que mantenía "desde tiempo inmemorial la población indígena de esta parte del continente"1 . En el subsiguiente informe de la Comisión de Narcóticos (o Estupefacientes) de las Naciones Unidas se destacó la especial atención brindada al pedido peruano en referencia al "problema de la masticación de las hojas de coca", agregándose, a la propuesta del Perú, el interés de la propia Comisión en "la limitación de la producción de hojas de coca destinadas a la fabricación de cocaína"2 .

Tales piezas documentales acreditan debidamente que la solicitud peruana fue distorsionada desde el inicio por un flagrante prejuicio, como fue juzgar que la costumbre tradicional era un "problema", antes de haberse procedido al menos a una sistematización de la información existente. De otro lado, cabe destacar que la Comisión de Narcóticos se orientó a prescribir la limitación de los cultivos como si de ellos sólo pudiese derivarse la extracción de cocaína, soslayando la posibilidad de ampliar su empleo como hoja y/o su aprovechamiento industrial en farmacéutica, tal como ejemplarmente había sido utilizada a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX 3 .

El negativo juicio implícito sobre la cocaína, como veremos en su momento, tampoco reposaba en información científica. Sólo el punto de vista psiquiátrico, dominante en la Comisión de Narcóticos, auspiciaba una cerrada perspectiva de la planta andina, pues según la opinión difundida ampliamente por el manual de Psiquiatría de Emil Kraepelin (1899 y ss.ee) la "masticación de la hoja de coca" constituía una "intoxicación crónica", debido a la presencia en la hoja del alcaloide aislado por ' Niemann (1859). En la literatura psiquiátrica abundaban por ello múltiples referencias al "cocaísmo" o "cocainismo" de los pueblos indios de Sudamérica (Lewin, 1924; Maier, 1924), versión que aparentemente había sido confirmada por los trabajos peruanos arriba citados, los que dieron pie a la consulta y, como expondremos, a la posterior condena.

El proceso así iniciado no podía dar lugar al trabajo de una comisión científica que evaluara la anterior investigación psico-fisiológica del coqueo y de la cocaína, como hubiera sido deseable. El "Memorandum Preliminar", acompañado de una "Bibliografía anotada" por P.O. Wolff (1949) que se puso en manos de la Comisión finalmente nombrada, constituye una prueba documental de la distorsión producida en la búsqueda de información 4 . No resulta extraño, por ello, que el Presidente de dicha Comisión declarara públicamente el mismo día de su llegada a Lima y antes de iniciar su encuesta: "creemos que el uso cotidiano, inveterado, de las hojas de coca (... ) para extraer el alcaloide básico, no sólo es absolutamente nocivo y, por lo tanto, perjudicial, sino que es causa de la degeneración racial de muchos núcleos de pobladores y de la decadencia que visiblemente demuestran numerosos habitantes indígenas y aún mestizos, de ciertas zonas de Perú y Bolivia" (El Comercio, 12-1X-1949), dejando así anunciada, a la par que la versión psicopatologizante psiquiátrica, su apreciación racista.

En el Informe resultante de la Comisión (NN.UU. 1950), se insistía en el carácter perjudicial del hábito, pues "las hojas de coca contienen cocaína, la substancia tóxica". Si bien los presuntos efectos negativos señalados fueron debidamente rebatidos por la Comisión Nacional nombrada tardíamente (Informe de la Comisión Peruana, 1950) 5 , quedó sin embargo en pie el estigma psiquiátrico de la "toxicidad" de la cocaína y del "cocainismo" de los pueblos indios, dado el apoyo prestado por la Organización Mundial de la Salud (1952), en cuyo "Comité de expertos en drogas susceptibles de engendrar toxicomanías" había pasado a ocupar un puesto clave el mismo P.O Wolff autor de la "Bibliografía anotada" preparada al comienzo del proceso en contra de la coca. Hasta el 7mo. período de sesiones de la Comisión de Narcóticos (1952) fue indeclinable la posición del Perú y de Bolivia: se requería información científica.

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