Conflictos y Prejuicios: El caso de ¨las drogas¨

(Revista Peruana de Psicología, Año 2 Vol. 2 #4 , Lima, 1997)

Introducción.-

Entre otros temas para la reflexión de los psicólogos en el umbral del milenio, como es el progreso de las neurociencias y de los ordenadores, que lleva a imaginar una naturaleza robótica del ser humano mediante un reduccionismo de nuevo cuño, tan temible como el reduccionismo psicoanalítico (Szasz 1996), destaca por sus negativas consecuencias sociales, políticas y económicas (Nadelmann,1988,1989),la "guerra a las drogas y la drogadicción " que se lleva adelante mundialmente. Ampliamente difundida por los medios de comunicación de masas que propalan las ¨noticias" y las consignas, no ha dejado de encontrar a su paso objetores de conciencia. Frente a ella se han dado efectivamente posiciones discrepantes que reclaman, como un mal menor, "la legalización" de la producción y comercialización de drogas(Friedman,García Marquez y adherentes); proclaman el derecho personal a su uso (Szasz) ; o plantean paulatinos cambios que lleven, en términos de salud, a "la reducción del daño" (International Harm Reduction Association ) .

Debido a sus implicancia regionales, pues con Bolivia y Colombia constituímos el llamado triángulo blanco, donde se cultiva la coca y produce el clorhidrato de cocaína destinado al gigantesco mercado moderno, la Comisión Andina de Juristas auspició entre 1989 y 1994 el intercambio interdisciplinario de información y el debate abierto sobre el tema en sucesivos certámenes internacionales así como en sendas publicaciones

Personalmente he contribuído en los últimos veinte años al debate en nuestro medio apoyándome en la revisión crítica de la condena y prohibición de la coca y de la cocaína, de la cual dejé un informe final en Perú Indígena , la revista del Instituto Indigenista Peruano. Tomando como sustento la distorsión inicial producida por la identificación psiquiátrica de la apetencia de cocaína como "cocainismo", una "toxicomanìa" en la lista de "enfermedades mentales"(Kraepelin,1892), he argumentado en favor de una legalización con criterio, primando el punto de vista médico en contraposición a la mirada psicopatologizante psiquiátrica que no sabe distinguir entre adicciones saludables y nocivas

Contra lo difundido, sostengo en efecto que frente al "uso indebido" ,"abuso de drogas" , "farmacodependencia" o "drogadicción" que llena las publicaciones de las Naciones Unidas y de la Organización Mundial de la Salud, existe un "uso debido" , incluyendo dependencia o adicción que no es de por sí problema de salud alguno. Según fue señalado oportunamente "la simple definición de un particular patrón conductual, por ejemplo fumar marihuana,como un "problema social"circunscribe el campo y el enfoque(de la investigación)"

No es la adoptada una posición original, pero sí ha sido el resultado del propio camino seguido en la revisión del llamado "problema de las drogas". En mi caso ha sido la conclusión inescapable de la revisión documental que hice de la condena de nuestro gran recurso natural, el gran alimento andino excluído del ámbito nutricional debido a prejuicios que le identifican como "droga".

Las objeciones al discurso psiquiátrico sobre "las drogas" no son nuevas. Ya a comienzos de los 60s. Timothy Leary y Richard Allpert, profesores de psicología en Harvard, contrariaron el marco de referencia dominante al legitimar el uso de sustancias psicoactivas, cuyo efecto- precisaron- depende de la persona y las circunstancias(set,setting). En 1972, luego de haber superado los prejuicios en torno a los efectos de la marihuana mediante una investigación experimental, Andrew Weil señaló la irracionalidad en gran parte del pensamiento psiquiátrico sobre las drogas, reconociendo el valor de los estado alternos de conciencia y estableciendo claramente la distinción entre el uso y el abuso de las drogas, así como las diferencias entre las naturales y poco procesadas , de bajo riesgo , en oposición a las formas concentradas , especialmente las inyectables, de alto riesgo. Apoyándose en la revisión de la historia de la coca y de su desprestigio por Richard Martin, Weil reinvindicó el caracter saludable del coqueo y propuso la reintroducción de la coca en la terapéutica contemporánea. Thomas Szasz agregó su análisis de la "persecución de las drogas" como resultado de una necesidad social de chivos expiatorios y la "adicción" como un mito más dentro de las "enfermedades mentales".

Lamentablemente en el fragor de la campaña mundial contra ¨las drogas" fomentada por las convenciones internacionales suscritas por la gran mayoría de los estados independientes, las voces discordantes han sido sofocadas o desoídas hasta el momento . Prosigue por ello sin distinción alguna la "guerra a las drogas" y las campañas preventivas de la "farmacodependencia" o "drogadicción" .Dentro de tal contexto sigue siendo considerada necesaria la sustitución de nuestros cocales , tarea a la cual se dedica el esfuerzo del Gobierno, debido al atribuído potencial de "abuso", "adicción" o "dependencia", que en el discurso psiquiátrico sataniza la naturaleza de nuestra planta andina

El marco de referencia

En 1939, al momento de iniciarse la II Guerra Mundial, el maestro de la psicología social , profesor Gordon W. Allport , en su alocusión presidencial dirigida a la Asociación Psicológica Americana, en el primer Congreso que realizara en la costa del Pacífico, llamó la atención sobre el "marco de referencia de los Psicólogos" Como tal precisaba "cualquier contexto que ejerce una demostrable influencia sobre la percepción, juicio, sentimientos o acciones del individuo. Frecuentemente la influencia es-en palabras de Köller-"silenciosa". De la existencia de los marcos el sujeto está sólo parcialmente conciente y, a menos que este prevenido, el investigador también puede descuidar enteramente su consideración".

El marco de referencia, presidiendo la inteligencia y la imaginación, como ilustra experimentalmente el problema de los nueve puntos de Meier, es comprensiblemente ignorado en el diario quehacer profesional, pero destaca al tomar distancia de él , lo que nos permite reflexionar sobre el fundamento de nuestras consideraciones y acciones.

El profesor Allport, citando a John Dewey, nos recordó a los psicólogos que nuestra disciplina estaba políticamente condicionada en la época moderna por el estatismo, pero agotaba su análisis en la relación que se daba en Alemania entre dictadura e intolerancia, puesto de manifiesto en la Deutsche Gesellschaft, la Asociación Alemana,por su Presidente E.Jaensch , en su reunión del año anterior, en la cual negó que existiera "coordinación" entre la política y la ciencia," ahora que , por primera vez , se esfuerzan (ambas)por lograr la verdad hasta en las preguntas básicas de la existencia., sobre las que hasta ahora ha reinado la oscuridad y el error".

En contraposición a la psicología alemana bajo la férula nazi,la democracia-agregaba Allport- debía propiciar diversas lineas de investigación y enfoques, con el único fin de predecir, comprender y controlar la conducta. Por ello debíamos resistir al autoritarismo.

El caso de la guerra a las drogas.-

La advertencia de Allport, en mi caso particular, me sirvió para tomar conciencia del "marco de referencia" que había convertido a nuestra coca en un "problema". Más allá de las presuntas investigaciones científicas sobre los efectos del coqueo de los años cuarentas (Gutierrez Noriega y Zapata Ortiz,1946) que dieron sustento al negativo Informe de la Comisión de Encuesta de las Hojas de Coca de las Naciones Unidas(Lake Succes,1950) ,cuya debilidad metodológica resalté en mi primer ensayo de 1977, descubrí , mediante una continuada investigación documental retrospectiva, que todo el malentendido existente provenía de la gratuita versión psiquiátrica del coqueo andino como una "intoxicación crónica" y la persistencia en su práctica como una "adicción" o "toxicomanía".

Recogida en efecto por Hermilio Valdizán en una traducción italiana de Psiquiatría(1908) por Emil Kraepelin, la modernización del prejuicio colonialista, que fuera denunciado en su época por el doctor Hipólito Unanue en su Disertación sobre el aspecto, cultivo, comercio y virtudes de la famosa planta del Perú nombrada Coca, publicada en Mercurio Peruano (1794) fué desde su inicio uno de los caballitos de batalla de la psiquiatría en nuestro medio. En una "nota preliminar" , que aparentemente considero definitiva sobre el tema, Valdizán introdujo en nuestro medio el neologismo psiquiátrico "cocainismo", para referirse al hábito milenario como uno de los factores causales de "la degeneración indígena".

La innegable debilidad del ensayo , basado en el magister dixit ,quedó ilustrada por la nula revisión de la información médica producida hasta entonces y el carácter puramente especulativo del "daño". Más aún, por una imperdonable ligereza , la famosa Disertación de Unanue quedó convertida en "un estudio agronómico" que se citaba simplemente como "Unánue "El Cultivo de la Coca"(sic), sin anotar siquiera el pié de imprenta. La mejor prueba de lo dicho es que ha sido omitido, con explicable pudor, por más de un admirador de su obra.

El "marco de referencia" de tal juicio, aceptado acríticamente por Valdizán y por la psiquiatría en su conjunto hasta hoy día, no es otro que la doctrina psiquiátrica de las "toxicomanías", designadas en inglés como "addictions" . Historiadores del"paradigma"(Kuhn,1971), o nueva "mirada" del observador(Foucault,1975) en los Estados Unidos, han mostrado como la concepción de la "addiction" como enfermedad es una anomalía histórica, surgida independientemente del laboratorio y de la clínica , pero que ha sido popularizada en la segunda mitad del siglo XX y generalizada a otras áreas de la conducta donde igualmente fracasa para dar cuenta de los datos . De mi lado he creído colaborar al esclarecimiento del considerado "problema de la coca" al precisar que tal patologización indebida del uso habitual de la cocaína y por ella de la hoja de coca (Erythroxylum coca, E.novogranatense), por obra de Emil Kraepelin y seguidores (Valdizán,1913 a Gutierrez Noriega,1944-1950) se superpuso a su anterior aprobación médica vastamente documentada y que la legislación internacional, desde la Convención de La Haya(1912), la adoptó como doctrina , prestándole obligada vigencia. Reforzada por las convenciones suscritas desde entonces y por las leyes nacionales correspondientes, la doctrina psiquiátrica distorsionó de igual manera la apreciación del aprovechamiento del opio (Papaver somniferum)y de la marihuana(Cannabis indica, sativa). Recientemente, por su carácter "adictivo" se ha incluído al tabaco (Nicotiana rustica, tabacum). El racionalismo decimonónico, del cual la psiquiatría ha ejercido el sacerdocio y correspondiente inquisición,priva al mundo moderno de valiosas plantas medicinales del sistema nervioso , como comprobó la medicina experimentalista del siglo XIX .

Ciencia y prejuicios.

En nuestro medio es escasa y marginal la resistencia al imperio de la sinrazón psiquiátrica en referencia a las sustancias psicoactivas. Pese a los intereses regionales comprometidos, la tendencia general es conformar con lo establecido y ordenado. Más aún, se lleva adelante, en diversas formas, la institucionalización de los prejuicios oficializados. La existencia de instancias oficiales y orgnizaciones privadas que lidian con "el problema" de las adicciones es muestra de ello. Recientemente, como producto de la colaboración de dos prestigiosas universidades de la capital, Cayetano Heredia y la Pontificia Universidad Católica, con el apoyo de importantes instituciones relacionadas con la "salud mental", entre las cuales CEDRO, la Escuela de Graduados Victor Alzamora Castro de la universidad de ciencias médicas ha procedido a ofrecer un programa de "Maestría en Farmacodependencia", cuyo objetivo general ha sido formulado como : "Formación de recursos humanos con capacidad integral en los diversos niveles de intervención en Farmacodependencia" (sic, aunque las negritas son nuestras)

No me sorprende el esfuerzo concertado por darle tal nivel de realidad al "fenómeno" de la "farmacodependencia", "epidemia" que demanda diversos tipos de "intervenciones", desde la DEA hasta la propaganda "preventiva" llevada adelante en los medios de comunicación masiva y que está respaldada por la autoridad del Comité de Expertos en Farmacodependencia de la Organización Mundial de la Salud . Crear una maestría en el tema , dada la financiada expansión de la preocupación psiquiátrica auspiciada por la política, parece indicar que se ha creado un mercado profesional para graduados como evangelizadores-inquisidores y extirpadores de idolatrías.

Mas allá del caso de la doctrina psiquiátrica sobre las "toxicomanías", "adicciones" o "dependencias", cuyo infundado carácter científico nos toca a los psicólogos señalar, tanto por sus implicaciones para la salud pública como por las consecuencias negativas, sociales, políticas y económicas de la política prohibicionista que genera, nos corresponde tomar conciencia de otros "marcos de referencia" que puedan estar limitando igualmente nuestro percepción , imaginación y razonamiento. La revisión crítica de los supuestos culturales del occidente cristiano, mitología y creencias derivadas, es una tarea imprescindible al final del milenio, si queremos contribuir a la solución de los "problemas insolubles" del mundo moderno, como el de "las drogas", en el cual hemos centrado nuestro esfuerzo.

 

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