La revista Cambio y el Plan Colombia

                                    

Con un Bill Clinton sonriente en la portada y declarando "No habrá intervención militar", la revista Cambio preparó el recibimiento de quien, en una breve parada en Cartagena, vendría días después a reiterar  la importancia que. por razones de "seguridad nacional",  le otorga la Casa Blanca al Plan Colombia.

No pretendo negar el derecho del presidente Clinton a su amistad con Gabriel García Márquez, a quien frecuentemente cita. Pero el genial escritor debiera ser más responsable del respaldo implícito al apoyo americano. Al menos en el lenguaje empleado. Fue por ello que , luego de leer la entrevista exclusiva que concedida por  Clinton  a su revista antes de iniciar su gira, remití a Cambio una carta expresando mi crítica.

Creo recordar que fue el violento Fanon quien dijo que el colonizado se afirma a sí mismo cuando se rebela utilizando las armas del colonizador, armas que -¡felizmente!, por ahora al menos - se reducen hoy al lenguaje empleado, aunque GGM no se percate de ello. Todo el "problema de las drogas"- lo he venido sosteniendo desde años atrás - incluso en las columnas de Opinión brindadas por el diario oficial El Peruano (peor que predicar en el desierto) -  es un problema derivado del lenguaje impuesto, en el que comienza la dominación. La revista Cambio , sin embargo, lo adoptó como propio al preguntarle a Bill Clinton: "¿Por qué no se le dio prioridad a lidiar con las raíces sociales del problema, relacionadas con el cultivo de drogas?(sic)

Si nos atenemos a manejar un lenguaje estrictamente científico debiéramos ser capaces de distinguir allí donde los gringos no reparan: se cultivan y se cosechan plantas , que propiamente podemos llamar plantas medicinales del sistema nervioso (amapola, marihuana, coca, etc...), de las cuales es posible extraer drogas, de acuerdo a la farmacología analítica (morfina, heroína, cocaína), drogas que tuvieron y limitadamente conservan lugar en la farmacia.

La distinción es fundamental y condición sine qua non de una auténtica pacificación positiva para el campesinado y para la salud pública, cuyos intereses no se toman en consideración al proseguir la cruzada indiscriminada contra "las drogas" y "el cultivo" de las mismas.

En efecto. Como he demostrado documentadamente para el caso de la hoja de coca en un artículo publicado en Perú Indígena 28 (1990) , sólo debido a la doctrina  psiquiátrica  de las "toxicomanías" (Kraepelin, 1892) se le pudo  llamar "intoxicación crónica" , hoy "drogodependencia" o "adicción", al hábito milenario del coqueo andino, aún hoy importante en Bolivia y Perú , aunque sobreviviente también en Argentina, Chile y Colombia.

Tal como he historiado, la condena que pesa sobre la coca y la discrimina en el  mercado internacional no se apoya en conocimientos médicos. Todo lo contrario. Cuando hace cincuenta años se publicó el Informe de la Comisión de Estudio de las Hojas de Coca (Lake Success,1950), comisión nombrada por el Consejo Social y Económico de las Naciones Unidas, se debió  ignorar la versión médica para asegurar así su condena . No figuraban siquiera por ello, en la Bibliografía anotada por el doctor P.O Wolff , los informes favorables de nuestros médicos que, a partir del doctor Hipólito Unanue (1794,1821), respaldaron siempre sus virtudes higiénicas y terapéuticas.

Por lo dicho es verdaderamente monstruoso que, a mérito de un proceso viciado por la sistemática exclusión de tales testimonios médicos y - en cambio- por  la aceptación acrítica de los informes psiquiátricos peruanos(Valdizán,1913 a Gutiérrez Noriega y su financiada campaña de los años 40), se continúe la erradicación de los cultivos de coca, exponiendo a los seres humanos a los desgarramientos propios de toda guerra y sus secuelas. Para "hacer la transición de los cultivos ilícitos a los cultivos lícitos"- propósito del Plan Colombia, habría mejor manera que la de intervenir militarmente y fumigar en menoscabo de la ecología amazónica.

Con un comercio mundial clandestino pero establecido de cocaína que se estima oficialmente entre 800 a 900 toneladas anuales ,de las cuales fueron decomisadas 346 toneladas el año pasado - según cifras del reciente "Informe Sobre Tráfico Ilícito de Cocaína en 1999" publicado por la Interpol - debiéramos ser capaces de imaginar el enorme mercado farmacéutico que obtendrían los productos aprobados que la emplearan, si simplemente se le estimara y evaluara como un estimulante o antidepresivo natural, prescindiendo de la categorización psiquiátrica que hace de su uso habitual una "dependencia" o "adicción".

Cabe reparar (es de sentido común), que somos seres totalmente dependientes. Por ello sólo corresponde, desde el punto de vista de la salud ,evaluar el carácter saludable o nocivo de cada dependencia, distinción que la replana psiquiátrica ahorra. Gracias  a ésta es que se justifica el imperialismo "sanitario"  para seguir imponiendo su guerra que no sólo incide hoy en Colombia, sino que criminaliza y siembra hipocresía en las dos Américas.

Ojalá lo entendiera así Cambio y asumiera el peso que tienen las palabras.

 

 

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