Historia Reciente de la Coca

En noviembre de 1977, adelantándome a la promulgación del Decreto Ley 22095 (marzo 1978), conocido hasta hoy en el Perú como la Ley de Drogas, publiqué, en el diario La Prensa de Lima, un extendido artículo que, condensado por el antropólogo peruano Enrique Mayer, por entonces Jefe de Investigaciones Antropológicas del Instituto Indigenista Interamericano , abrió el número especial de América Indígena ( 4, Vol. XXXVIII, México,1978) dedicado a la planta tradicional andina. Llevaba como título "La coca, el Mundo Andino y los Extirpadores de Idolatrías del siglo XX", refiriéndome a los psiquiatras peruanos que, en su decir, habían descubierto una "toxicomanía", de la cual los pueblos indios de nuestra tierra no habrían tomado conciencia durante milenios. Nuestro Gobierno había convenido por ello en la erradicación del coqueo dentro de un plazo que vencía en 1989 (Convención Única de Estupefacientes, Nueva York, 1962) y el gremio psiquiátrico detentaba oficialmente la autoridad en el tema.

En 1979 , con auspicio oficial, se realizó en Lima un Seminario Interamericano sobre aspectos médicos y sociológicos de la Coca y la Cocaína (Cocaína 1980 , Edit. F.R. Jerí, Lima,1980) al cual no estuve - lógicamente- invitado. Sin embargo, para descartar definitivamente las presuntas investigaciones que dieron base a la condena por la Organización Mundial de la Salud de la coca y del coqueo(1952-53), el doctor Fernando Cabieses, en su intervención , se apoyó en "los ácidos pero bien razonados argumentos de Baldomero Cáceres que me eximen del incómodo deber de volver a retar públicamente al gran maestro Gutierrez Noriega". Los trabajos del doctor Gutierrez Noriega, reputado psiquiatra, habían servido de fundamento a tal condena. Luego de su intervención, según me relató posteriormente el doctor Cabieses, otro connotado psiquiatra peruano lo increpó por haber citado a un "loco". Ante el reproche fraterno de Fernando Cabieses por propiciar tal versión sólo pude comentar que bien le hubiera podido aclarar al distinguido psiquiatra que, en ciencias al menos, no importa quién dice qué, sino el fundamento de lo sostenido, que debe estar de acuerdo con la razón y la experiencia. Mi "locura", si se quiere considerar así mi interna coherencia, no le quitaba fuerza a lo expresado en el artículo crítico. El argumento "ad hominen", lamentablemente, no ha dejado de perseguirme hasta el momento, para lo cual se ha recurrido a toda la jerga psiquiátrica e interpretaciones psicoanalìticas..

La protesta antropológica, representada continentalmente por el número de América Indígena, sin embargo, aseguró virtualmente la sobrevivencia del hábito tradicional andino, cuyo respeto fue reafirmado por sucesivas publicaciones del mismo Instituto Indigenistas Interamericano( La Coca Andina: visión indígena ..., III & Joan Boldo, México, 1986; La Coca... tradición, rito, identidad, III, México, 1989) .Personalmente, agregué a lo dicho por la comisión peruana que elaboró su estudio para el Instituto Indigenista Interamericano , contenido en su última publicación, mi revisión documental final de la condena de la coca, mostrando los prejuicios que la sustentaban y que redujeron nuestro recurso natural a la cocaína, "sustancia activa" que Sigmund Freud recomendara sin reserva en 1884 y con la cual sostuvo su productividad literaria. Publicada en Perú Indígena 28 (1990), la revista del

Instituto Indigenista Peruano, con el título "Historia, prejuicios y versión psiquiátrica del coqueo andino", ampliaba en tal revisión histórica la perspectiva , al mostrar que el descrédito moderno, generado por la nueva Inquisición en nombre de la "salud mental", alcanzaba igualmente a otras plantas psicoactivas que, como la amapola del opio y el cáñamo, no sólo son reconocidas como plantas medicinales en sus respectivas tradiciones culturales, sino que también contaron con el apoyo médico hasta que fueron estigmatizadas por esa seudociencia, la psiquiatría secundum Emil Kraepelin, asumida autoritariamente por el sistema en calidad de "ciencias"..

A partir de 1989, la Comisión Andina de Juristas(CAJ) organizó una serie de eventos internacionales sobre la problemática constituída por la existencia del narcotráfico y el uso de drogas en el área. Sendas publicaciones dieron cuenta de los aportes recibidos y las intervenciones producidas. Cerrando el ciclo de reuniones se nos encargó a un grupo de especialistas, entre las cuales la doctora Rosa del Olmo, preparar una serie de informes, de los cuales se me confió el correspondiente a las drogas psicoactivas y la salud, oportunidad que tuve para precisar "si de salud pùblica se trata, nada ha sido más perjudicial que la campaña psiquiátrica dirigida a patologizar el aprovechamiento de sustancias psicoactivas naturales, mediante la estigmatización de sus efectos como "tóxicos" y, por ello, de sus usuarios como "toxicómanos.

Entre 1991 y 1995 colaboré con la Empresa Nacional de la Coca S.A (ENACO S.A), propiedad del Estado, en una campaña de revalorización de la hoja. Nuestra Cancillería dió entonces consecuentemente algunos pasos y , gracias a la reconsideración lograda ante la opinión pública en el país, se produjo en 1994 un hecho trascendental . Por primera vez, los Presidentes de Bolivia y del Perú, en la Declaración de Ilo, asumieron conjuntamente la defensa de la coca y declararon que sería tarea común lograr la exclusión de la hoja de la Lista 1 de sustancias controladas por las convenciones internacionales vigentes..

Al tiempo que, con otros representantes de nuestros países , participaba en la Campaña Coca 95 , organizada por una coalición de ONGs. europeas, que me llevó a visitar Alemania, España y Suiza, salió publicado en The New Yorker, un artículo suscrito por Andrew Weil , dando noticias de la nueva política de la coca en los países andinos. Casi simultáneamente, se produjo en el Perú una desarticulación del narcotráfico que provocó la caída violenta del precio de la hoja y el abandono de extensos cocales. Paradójicamente, puesto que más que nunca era necesaria, ENACO S.A paralizó su campaña de revalorización y todo el interés se puso desde entonces en la sustitución de los cultivos y en la requerida mesa de donantes con su dinero para ello. Por este motivo nuestro Gobierno ha sido felicitados varias veces por el general McCaffrey, "zar de las drogas" y alguna palmadita en el hombro nos ha dado el mismo Clinton.
Soy de los que piensan que la autocensura, por temor a incomodar al poder, es una renuncia a la libertad de conciencia. De otro lado es muestra de desconfianza en la posible reacción del opresor, al desatender su voluntad de dominio. Faltando año y medio para el inicio del nuevo milenio, en el desconcertado mundo moderno, creo que la verdad se abrirá paso con el fin de dar cabida al cambio de espíritu que debe reinar en la tierra. Y no es precisamente la verdad el sustento de la actual política represiva de "las drogas".
Introducción a la ponencia presentada en el certamen sobre coca realizado a principios de marzo en la Universidad de Barcelona y en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Terrassa, Cataluña.

 

AltaVista Translation Services