Estigma y Salud Mental en los EE.UU.

Siento y he sentido una clara, profunda y fundada ambivalencia frente a los anglo-sajones y protestantes United States of America, distinta pero comparable con la que siento por nuestro complejo país y por nuestro dividido subcontiente latinoamericano, hispano hablante e indiscutiblemente católico. De un lado les admiro y les respeto por sus altas realizaciones culturales. Por otro lado, sin embargo, juzgo que no dejan de ser explicablemente provincianos. Para ellos sucede realmente en el mundo lo que dentro de sus fronteras se da, o lo que a sus conciudadanos sucede. Sólo en círculos selectos y viajeros se llega a reconocer la importancia y trascendencia del otro. De ahí la inclemencia de su aplastante poder militar y de su distancia frente a nuestros auténticos problemas.

Admiro en primer lugar su sistema educativo, escuela verdadera de ciudadanía, que ha logrado transformar sucesivas oleadas de inmigrantes en americanos orgullosos de sus logros. Admiro, en especial, su cuidado en el progreso de las ciencias, lo que les ha permitido continuar siendo pioneros a lo largo del siglo que termina, desde el mundo de los vuelos espaciales a la investigación cerebral.

Sirvan las líneas anteriores como respetuosa introducción a un breve comentario crítico del primero y estupendo Informe que sobre Salud Mental hizo público hace unos días su más alta autoridad médica, Doctor Satcher, Cirujano General de los Estados Unidos. Presentado como la culminación de medio siglo de indiscutibles y trascendentes progresos científicos en la explicación de los desórdenes mentales , relacionados hoy definitivamente al cerebro, así como en la apreciación de la importancia de la salud mental en la salud general, poniéndonos al día de los logros, así como de los problemas de salud que se precisan gracias a los trascendentes avances de las neurociencias, psicología cognitiva incluída

Elaborado con el concurso de The Substance Abuse and Mental Health Services Administration (SAMHSA) y The National Institutes of Health (NIH), mediante el National Institute of Mental Health (NIMH), el Informe define la salud mental como el exitoso desempeño psíquico puesto de manifiesto en actividades productivas, satisfactorias relaciones con los demás, y capacidad para adaptarse al cambio y reaccionar frente a la adversidad. El concepto de "enfermedad mental" se extendería a todo desorden mental diagnosticable, esto es a condiciones de salud caracterizados por alteraciones del pensamiento, ánimo o conducta , asociadas a la angustia y/o disminuído desempeño.

Si tal es tal no cabría sino apreciar , consecuentemente, la ayuda que aportan las plantas sagradas (léase sin comillas) en grandes conjuntos culturales, los que les brindan por ello respaldo unánime, debido a sus reconocidas virtudes para incrementar la energía y regular el ánimo. Si el dolor, la angustia y la depresión deben desaparecer de la Tierra, no será sin el concurso de esos grandes cultivos (papaver somniferum, cannabis y erythroxilum coca) que de acuerdo a la ley internacional debieran por el contrario desaparecer en lo posible (salvando los usos médicos de sus sustancias activas: caso de la morfina , de la cocaína y, según parece, habrá de ser también la marihuana, al menos en los Estados Unidos).

Desde el punto de vista de la salud pública- considera el Informe con justicia- el mayor obstáculo existente para la oportuna y debida atención de los desórdenes de conducta, sería la estigmatización de los enfermos mentales, la que sirve de excusa a la inacción y a la discriminación , cuando no propicia abuso y su criminalización indebida. Tal estigmatización- estima el Informe- debiera ser superada hoy, en el siglo que termina.

Coincido enteramente con la importancia que se le asigna al estigma asociado a los transtornos mentales, cuya función defensiva frente a males que se consideraban incurables ha dejado de tener tal justificación debido a los progresos logrados. Para la mayoría de los transtornos, se cuenta ya con el apoyo farmacológico tanto tiempo esperado, al menos para controlarlos. Pero personalmente agrego que debieron reparar, las renombradas agencias responsables del Informe, en el oficial y habitual estigma que representa considerar "addiction" o "dependencia" todo uso regulado y habitual no prescrito de sustancias psicoactivas naturales, de acuerdo al establecimiento psiquiátrico. Sobre tal fundamentación del siglo pasado fueron proscritas según la ley internacional de inspiración norteamericana que tiene hoy vigencia global, con el apoyo de la OMS y la ceguera selectiva del Cirujano General.

Hoy que la homosexualidad, tanto femenina como masculina, ha pasado a ser una opción personal respetable y fuera de la psicopatología, resulta anacrónico, por decir lo menos, que se mantenga la estigmatización de los consumos prohibidos, lo que distorsiona la real apreciación de sus efectos, valorados positivamente por los propios usuarios, y cuya funcionalidad real se podría y debiera evaluar mediante los poderosos instrumentos de observación y análisis modernos que han hecho posible los deslumbrantes avances en neuroquímica, prescindiendo para ello de los límite legales impuestos. En una sociedad abierta, cuya realización debieran conquistar los Estados Unidos, no sería tolerable la sujeción de la ciencia a la política.

 

 

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