Salud y democracia..

La JIFE(Junta internacional de Fscalización de Estupefacientes", desde Viena ,y la Organización Mundial de la Salud, desde Ginebra, bien podrán rasgarse las vestiduras por la reciente aprobación en California y Arizona de la proposición 215 y 200 respectivmente, según la cual debería autorizar el uso de marihuana por recomendación médica. No es para menos: ¡El evangelio por tierra ¡. Nada menos que de la "drug-free" America llega tal propuesta escandalosa que amenaza hacer colapsar las convenciones que las instancias internacionles guardan. Esperamos que en el informe de la JIFE, correspondiente a 1996, no dejen de hacer mención al "mal ejemplo" dado por los ciudadanos americanos, al parecer convencidos que, como el libro del profesor Lester Grinspoon sostenía con su títuto, se debería protestar solicitando democráticamente Marijuana, la medicina prohibida.

Desde estas páginas, el 19 de agosto último , comenté la noticia del referendum sobre la marihuana que iba a darse en California para su uso médico, así como los elementos de juicio que se esgrimían para aprobar la proposición 215 que se sometería al sufragio popular al mismo tiempo que se votara para las elecciones de noviembre. No dejaba de señalar que las principales ventajas se daban en el sistema nervioso, en virtud de las cual había sido empleada por la medicina experimental y naturalista del siglo pasado para distintos males que hoy muchos atienden en la aldea global buscando conversaciones "analíticas", que no les quitan los síntomas , pero les complican la vida a los "pacientes" y a sus allegados, cuando la vida, de por sí, es sencilla. Pero los psiquiatras académicos, a quienes les está impuesto representar a la formalidad, menosprecian las plantas medicinales del sistema nervioso prohibidas, aunque han aceptado cualquier recurso "heroico" , desde los baños de ahogo, pasando por el electroshock y la llamada "cura de sueño" hasta el cuarto de encierro "útero de concreto"(¿o de "cemento"?), al cual recurrió un premiado psiquiatra en nuestro medio. En el mejor de los casos se recurre a los psicofármacos de moda, pese a sus indeseables consecuencias secundarias e imprevisibles efectos acumulativos, destacando por su eficacia al Prozak ,tan promocionado por E. Lilly hoy día.

Si dejàramos de prestar atención a los parámetros psiquiátricos, esto es si se cambiara el "marco de referencia" de la doctrina psiquiátrica, tal como he propuesto para el caso de la hoja de coca, vilipendiada aún hoy día por representantes de la academia ,se reabriría el panorama contemporáneo.

En California y Arizona la marijuana triunfó con el 56% y 65% de los votos respectivamente obligando a movilizarse desde Washington al "zar" de las drogas, al General de la salud McCrafey, quien debió sostener más de una polémica sobre el tema, al afirmar la inaplicabilidad de los acordado por la voluntad soberana debido a las limitaciones federales que, a su vez (como terminarán por percibir los legalizacionistas gringos), respaldan las convenciones internacionales. Por algo cuatro expresidentes de U.S. of America firmaron una carta, esgrimida por el General McCrafey poco antes de la votación, en la que rechazaban firmemente la medicalización de la marijuana .

La marihuana, cuyo "elemento activo" según recortada apreciación farmacológica está constituído por el THC , un cannabinol, cuenta con sensibles receptores en el sistema nervioso, tal como es el caso de los opiaceos y las endorfinas en el caso del opio. La sustancia autogenerada similar habría sido llamada anandamida "de ananda, palabra que significa felicidad en sánscrito",como nos informó Tomás Unger desde su página semanal en El Comercio, hace ya un buen tiempo. Si aceptamos esta correspondencia natural,¿cómo no considerar a la marihuana como otro nutriente del cerebro o alimento nervioso, de acuerdo al concepto del doctor Paolo Manteggazza, el gran apologista europeo de nuestra hoja , cuyo ensayo Sobre las virtudes higiénics y medicinales de la coca y otros alimentos nerviosos, publicado en Milán en 1859, inició el reconocimiento médico que dió pleno empleo a las plantas psicoactivas durante la segunda mitad del s.XIX? Tal uso médico se discontinuó recien con el surgimiento de la versión psiquiátrica que patologizó la apetencia natural de tales sustancias como "toxicomanía" y su uso habitual como "drug abuse" o "drug addiction".

Cuestionar el estatismo "benevolente" que criminaliza nuestras sociedades esgrimiendo la sinrazón psiquiátrica ha de ser una bandera de cambios en los tiempos que vienen. La democracia americana ha dado en California y Arizona sus primeros pasos.

 

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