Fernando Savater en Lima

A fines del presente mes se presentará en Lima, ofreciendo un ciclo de conferencias en una universidad local, el destacado pensador y escritor español Fernando Savater, de quien he tenido al menos el cuidado de leer su posición sobre el tema de la prohibición de las drogas mediante uno artículo aparecidos en el diario español El País y ofrecido a nuestra lectura por gentileza de Umbral, la revista auspiciado por Antares Artes y Letras, lo cual me permite tenerlo a la mano.

Sin desmerecer la abundancia, destreza y brillo de su pluma, que me mantuvo deslumbrado en su lectura, juzgo sinembargo, que como intelectual tradicional (¿hay alguno que no lo sea?), le da mil vueltas al tema de su consideración, en su caso al "problema del "problema" de las drogas" (A.Weil) , sin anclarse decididamente en tierra. De ahí que no llega a identificar el origen de mismo, el "racional" del sistema, que sustenta la "prohibición ", en torno a la cual se limita a girar Savater . Después de todo , cabe la disculpa, no es tarea del intelectual y de su tipo de ensayismo remitirse a la informacion precisa y concreta, ni reclamar la primacía del criterio de salud en el tratamiento del tema. En otras palabras, debido a la pericia manifiesta del uso del lenguaje en el manejo de generalidades, de las cosas imprecisas que se dicen, el maestro español parece que no se ha percatado del preciso "marco de referencia" de las convenciones internacionales prohibicionistas , globalizadas en nuestros días, que no es otro que el obediente al punto de vista psiquiátrico .

En efecto, la "drogadicción" no reposa en la prohibición, de acuerdo al análisis hecho por Savater en su artículo: "Porque realmente drogadicto es el que toma drogas prohibidas, le sienten bien o mal, esté esclavizado o tan contento. Es la prohibición la que convierte a la droga en droga y son las consecuencias de la prohibición las que han servido pra inventar el mito del drogadicto"

La estigmatización , anterior a la prohibición, en efecto, tiene su origen en la doctrina psiquiátrica originada en el curso del siglo XIX y su validez actual no reposa en otra autoridad que la ejercida arbitrariamente por un "Comité de Expertos en Farmacodependencia" de la Organización Mundial de la Salud , cuya mirada psiquiátrica está basada en su credo, como es el de las fantasmagórica enfermedadrd mentales de las "adicciones", ayer "toxicomanía" en el lenguaje psiquiatrico germano (Kraepelin) y hoy formalmente "adicción" o "dependencia" (traducción del "addiction¨ del habla psiquiátrica anglo-sajona, teñido de desdén puritano que ha terminado por contaminar el empleo del término en nuestro español . Nadie puede negar que los seres humanos somos adictos a , y dependientes de muchas cosas. No solamente a sustancias prohibidas. Cabría distinguir con propósitos didácticos y prácticos, lo que no permite el rígido pensamiento psiquiátrico , entre la existencia de adicciones o dependencias saludables y otras que pueden ser concluyentemente nocivas. Tal distinción queda impedida por la "identificación" o "categorización" seudomédica psicopatologizante inicial que al menos en el artículo leído no señala Savater por su nombre. De haber sido así habría contado entonces con mejor explicación que la del invento "científico-mítico-penal del chivo expiatorio posmoderno", pues de acuerdo con Thomas Szasz , se afirma en la triste "constatación", para mí personalmente tan sólo es una creencia, de que "las sociedades necesitan terrores y odios bien codificados frente a los que unirse, a los que achacar sus males e insuficiencias"

La lucha en contra de "las drogas" que son capaces de engendrar "addiction", concepto traducido oficialmente por la Organización Mundial de la Salud al español hoy día como "dependencia", me parece, como deben saber bien a estas alturas los lectores, una exquisitéz del puritanismo psiquiatrizante americano que parece legitimar, tan sólo la vigente dependencia del dólar.

Tal razón cultural ( el valor central otorgado a la psiquiatría en la sociedad moderna), representada en nuestro caso por la infundada condena de la hoja de coca, es la que en mi criterio debe ser señalada, analizada y denunciada , para poder encontrarle realmente una salida a la problemática existente y buscar un tratamiento creativo del tema de las sustancias psicoactivas en el ámbito de la salud y no la simple permisividad indiscriminada.

Administradores de "la guerra a las drogas susceptibles de engendrar adicción", dentro de las que recientemente , por razones otras que mentales, se ha incluído al tabaco, cuyo uso es considerada hoy por algunos psiquiatras ya como un "suicidio crónico", los poderes coloniales no vacilan en sacrificar los datos de la ciencia y se afanan por el contrario en llevar adelante la guerra mundial cuya triste realidad y trascendencia habitualmente se ignora.

Tal guerra, de inspiración psiquiátrica, ha pasado a ser hoy día el discurso colonialista que justificaría la intervención de los Estados Unidos de América en los lamentablemente menos unidos estados que constituyen Lationamérica , desde el rio Seco hasta el sur y sirve de fundamento en estos días a la propuesta de una alianza interamericana que ya no sería para el Desarrollo, como se soño en los 60s., sino estrictamente para el control de la zona. Mientras que en los mismos estados puritanos norteños, con venta libre de armas y la vez prohibicionistas de "las drogas", subsisten las estrechas relaciones entre los comercializadores y la policía local, se nos pretende exigir en los paises latinoamericanos total limpieza, como si el sistema mismo, desde Washington para abajo, no mantuviese la dualidad exigida por el credo psiquiátrico, pues como es sabido conviene guardar las apariencias, que en este mundo son las que mandan.

Definir al ser humano como "el bicho drogadicto por antonomasia" y proponer que se vendan "ls drogas" libremente en las droguerías, "que es lo suyo", como juguetonamente acepta Savater, es caer en las redes linguísticas del enemigo que en este caso, complacido , ve como los resistentes e incluso liberacionistas forcejean en sus redes, sin distinguir siquiera entre plantas y drogas , que es por donde se debiera comenzar la reconsideración del tema.

 

 

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