Timothy Leary y su aventura psicodélica

Hace unas semanas falleció en California, el territorio liberado de de los sesentas, el antiguo profesor universitario que desde Massachusetts, el tradicional este de la puritana América, lanzó en los 60s. la proclama revolucionaria del L.S.D, la psilocybina , la mescalina y las flores. Se trata de Timothy Leary, psicólogo que , con su colega Richard Allpert, fuera virtualmente expulsado en 1963 de la docencia al momento de asumir abiertamente, en Harvard University nada menos, la defensa del uso de sustancias alterantes de la conciencia, especialmente del LSD , como una forma de buscar "las otras realidades" de la cuales hablaron los profetas de esa época, entre los cuales destacó Carlos Castaneda y su Don Juan mítico.

A las observaciones hechas por Leary y Allpert , como psicólogos entrenados, se debieron las primeras precisiones académicas de la influencia que, sobre el efecto de las sustancias psicoactivas, tenían el "set" y el "setting", entendiendo por tales variables intervinientes las expectativas personales en el conjunto de la personalidad y el contexto físico y social en el que eran consumidas.

La generación que orientaron, desinteresada de la Historia colectiva, a no ser por el hedonismo pacifista que le llevó a rechazar la guerra , habló entonces de drogas "psicodélicas" como ampliadoras de conciencia, las que fueron asociada a una parafernalia de sonidos y colores en la llamada "cultura de las drogas" que tuvo lejano eco en Lima.

Detenido por contrabandear marihuana para su aprovechamiento personal y de sus seguidores, años más tarde de su salida de Harvard, pretendió Leary luego validar sus pasatiempos de conciencia erigiéndose en fundador de una nueva religión orientalista, con petalos de flores e incienso, a la par que L.S.D y marihuana, convirtiendo en virtual mercancía "la iluminación de Buda", tal como anunciaba el propósito de sus eventos psicodélicos.

"Turn on", "encenderse" mediante el uso de drogas, era la consigna de la época. Así nos daríamos cuenta de la vaciedad de la vida rutinaria a la que nos conducía el sistema; así podríamos "to drop out", colgar todo, yo diría, dejando de ser simples actores de una trama histórica que carecía -se decía - de significación profunda.

El problema , como descubriría el movimiento psicodélico no era el "vuelo", que después de todo puede lograrse por diversos medios, entre los cuales las disciplinas ascéticas de distintas tradiciones(como precisó Andrew Weil en su clásico sobre La Mente Natural), sino el retorno, del cual , presumiblemente, sólo la tradición judía tendría la receta. ¿Cómo lograr que la experiencia tracendente informe y se reconcilie con nuestra vida cotidiana?. ¿ Puede iluminarnos sobre el sentido de la Historia? La experiencia subjetiva de los estados alternos de conciencia, aparte de ser un pasatiempo, en efecto, puede también desvelarnos sus misterios

La Historia, pese a la generación de las flores, continúa con sus angustiosos problemas, entre los cuales las guerras étnicas . Pero ya Timothy Leary no será más testigo de ella, aunque será recordado como el excéntrico profesor de Harvard que colgó su birrete y su toga para entregarse en los 60s. a una aventura psicodélica orientalista que marcó época, especialmente en California, la tierra del sol y del vino donde fue a vivir los últimas días de su existencia.

 

 

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