Estimados  Señores Rector, Vicerrector, Decanos, Profesores, queridos familiares y amigos,  compañeros graduandos, tengan todos muy buenos días.
      ¡Hoy  es un día muy especial para todos nosotros, el día en que por fin nos  graduamos! Es un día lleno de emociones encontradas. Por un lado, sentimos  alegría por el logro de haber culminado la carrera con éxito y las ganas de  salir a demostrar todo lo aprendido. Por otro lado, sentimos tristeza por dejar  atrás una de las etapas más importantes de nuestras vidas, una etapa de  constante aprendizaje, no sólo en el plano académico, sino para la vida misma.  Ya no despertaremos cada mañana para venir a la universidad, que fue nuestra  casa estos últimos años, y ya no veremos a nuestros amigos tan seguido. Y al  mismo tiempo, sentimos temor por no saber qué vamos a hacer, qué nos deparará  el futuro, ¿lograremos todas nuestras metas? ¿Seremos felices?
      Sin  embargo, estos son sentimientos que ya hemos experimentado antes. ¿Recuerdan  cuando salimos del colegio? La misma sensación de estar perdidos al salir del  cascarón, al terminar esa etapa de seguridad, la misma sensación de tener que  tomar decisiones nunca antes tomadas y no saber si serán las correctas. La  diferencia es que cuando salimos del colegio entramos nuevamente a otro período  de seguridad, que sabíamos duraría 5 años o un poco más, y que era finalmente  una etapa en la cual la preocupación por el futuro aun podía esperar. Pero,  ahora que salimos de la universidad, entramos a lo que muchos llaman "el  mundo real".
      De  practicantes siempre nos decían que aprovechemos el momento, porque estábamos  allí para equivocarnos, meter la pata y aprender todo lo que podíamos, porque  después, cuando fuéramos egresados, los errores ya no iban a ser permitidos.  Pues bien, ahora somos egresados, cuánta presión ¿verdad?
      Volvamos  mejor a la salida del colegio. ¿Qué estudiar? ¿Dónde estudiar? Cuántas veces  nos habremos hecho esas preguntas, o cuántas veces quisimos no hacérnoslas,  pero no faltaban nuestros padres que estaban detrás, presionándonos cada vez  que tenían la oportunidad con esa temida pregunta de “¿Qué carrera vas  estudiar?”. Querían que tomemos una decisión que aún no estábamos listos para  tomar. Evidentemente no todos tuvieron que pasar por eso, algunos “suertudos”  la tenían bien clara desde hacía un tiempo. Pero al final, nos decidimos por la Universidad Nacional  Agraria La Molina. Ya  sea por su gran prestigio y renombre, porque era una de las únicas  universidades que tenía la carrera que queríamos estudiar, por el sentimiento  inculcado en nosotros por otros molineros egresados, o por cualquier otra  razón, nosotros elegimos la   Agraria. ¡Y qué buena elección la que hicimos! Además de ser  una excelente casa de estudios, que nos preparó para ser excelentes  profesionales, también nos formó para ser personas de bien, con corazón y  valores. La Agraria  es un sentimiento y una identidad que vive en nosotros y en todos los que  alguna vez pasaron por aquí. Recuerdo haber conocido a varios ex alumnos amigos  de mis padres, y cuando yo les comentaba que estudiaba en la Molina, inflaban el pecho  de orgullo, porque ellos también eran molineros y el cariño que sentían por su  universidad lo transmitían de tal forma que me hacían sentir feliz de  pertenecer a esta gran familia. Y es que hemos vivido tantas experiencias  inolvidables en estos últimos años...que nos han marcado y cambiado para toda  la vida.
      Todos  recordamos la emoción del día en que ingresamos, después de tanto esfuerzo y  sufrimiento estudiando para el examen de admisión. Recordamos el desconcierto  las primeras semanas de clases, el hecho de conocer a nuevas personas, el temor  de no saber cuándo iba a ser el bautizo, hasta que finalmente nos tocó la hora.  Las innumerables celebraciones: las gymkanas y los corsos, donde  lamentablemente ciencias nunca ganaba; las fiestas por inicio de ciclo,  bienvenida de cachimbos, exámenes parciales y finales, semana universitaria, y  cualquier otra excusa que encontráramos para divertirnos. Después de mencionar  esto se preguntarán: ¿Y cuándo estudiaban estos chicos? Pues no crean que todo  fue fiesta, por lo menos no para la mayoría. También la sufrimos para llegar  hasta acá. Y no importa cuánto tiempo nos haya tomado, lo importante es que lo  logramos. Logramos acabar nuestra carrera y eso es cosa seria, y lo saben.  Somos ganadores, le ganamos a los exámenes difíciles y a los trabajos que se  multiplicaban a medida que iban pasando las semanas del ciclo, porque cada vez  teníamos menos tiempo, le ganamos a los famosos informes, exposiciones,  talleres, pasos. Y evidentemente no lo hubiéramos logrado sin el apoyo de  nuestros compañeros y amigos con los que estudiamos e hicimos trabajos durante  toda la carrera, por lo que nos volvimos casi hermanos.
      Todos  tenemos al amigo que siempre se quedaba dormido en las amanecidas, al que  dirigía el asunto y llamaba la atención a los que se distraían cuando  estudiábamos, a los demorones para enviar su parte del trabajo, al que parecía  que más iba para divertirse y pasar el rato que para estudiar, porque siempre  proponía una película para empezar, al que siempre conseguía las famosas  fijas, que nos han salvado en muchas ocasiones, ¡que personajes! Les pido  por favor un aplauso para todos esos amigos que han sido tan importantes para  lograr lo que hoy celebramos.
      No  quiero dejar de agradecer a mis amigos que me ayudaron a redactar este  discurso. Así es, estas palabras no sólo son el sentir de la que las pronuncia,  sino, como tan bien nos ha enseñado la Agraria, es un trabajo en equipo, en el que cada  uno ha puesto su granito de arena.
      También  queremos agradecer a nuestros queridos, y a veces temidos, profesores. Por  tener tanta paciencia, porque terminaron encariñándose con nosotros a pesar de  lo fastidiosos que fuimos a veces y de nuestras ocurrencias, por enseñarnos  todo lo que saben, por ponernos retos y obstáculos altos en el camino con la  finalidad de prepararnos más y que estemos siempre un paso adelante. Por  inculcarnos el ser perseverantes, ¡retroceder nunca y rendirse jamás! ¡Sobre  todo cuando eran las 5 de la mañana y el examen era a las 8!
      Además,  agradecemos a nuestras familias, sin importar que algunas hayan estado lejos,  pues sabemos que siempre nos acompañaban en nuestros corazones. No hubiéramos  podido lograrlo sin ustedes. Gracias por el apoyo incondicional, por la  preocupación, el aliento para esforzarnos cada día más y el aplauso a nuestras  victorias, por confiar en que llegaríamos a la meta, y nunca dudar de nosotros.  Queremos que sepan que se lo debemos todo a ustedes. 
      Ahora  quisiera leer un extracto del discurso de Steve Jobs, el CEO de Apple y Pixar,  que dio en la graduación de la   Universidad de Stanford en el 2005. Yo sé que muchos ya deben  haberlo escuchado, y que no es muy poético, pero me gustaría que recordemos su  mensaje: 
      
        “Deben encontrar lo que realmente les apasione. Y esto  vale tanto para su trabajo como para el amor. El trabajo ocupará gran parte de  sus vidas, y la única manera de sentirse realmente satisfechos es hacer lo que  consideran es un trabajo genial. Y la única forma de tener un trabajo genial es  amar lo que hagan. Si aún no lo han encontrado, sigan buscando. Y no se  conformen. Como todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabrán cuando lo  hayan encontrado. Y como en todas las relaciones geniales, las cosas mejoran y  mejoran con el paso de los años. Así que sigan buscando hasta que lo  encuentren, no se conformen.” 
      
      Si  bien hemos dado un paso importante al culminar nuestra carrera, este es el  inicio de toda una vida, tanto profesional como personal, ¡y qué mejor que  vivir la vida haciendo lo que más nos gusta! 
      Quiero terminar  felicitándonos a nosotros mismos, a todos los graduandos aquí presentes. Porque  somos nosotros los principales responsables de este logro. Sintámonos  orgullosos, porque todo nuestro esfuerzo ha valido la pena. Somos lo máximo,  realmente debemos creerlo. ¡Somos los mejores, porque somos molineros, y la Agraria siempre va a  quedar grabada en nuestros corazones! 
      Muchas gracias.
      Véronique A. M.  Vera Maquet