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Good Bye!, mister Hamilton.

Baldomero Cáceres Santa María

El Embajador estadounidense, John Hamilton, quien deja estas tierras "independientes", en un articulo publicado el Día de la Tierra 2002 en El Comercio, insistió en confundir la problemática regional de la coca, cultivo tradicional andino, al cual responsabilizó directamente desde el título que utilizó , "La Coca envenena el ambiente", por ser la causa del desastre ecológico producido en las últimas décadas.
Apoyándose en datos del Instituto Nacional de Recursos Naturales (Inrena), sostuvo, con palabras propias "que el cultivo de la coca es responsable de la deforestación de más de 2,3 millones de bosques tropicales en el Perú", ahorrándose, naturalmente, el análisis de los factores que animaron la promoción y explosiva dispersión de los cultivos desde la dación del D.L 22095 vigente ,conocido como "Ley de Drogas", dictado en 1978 por el "Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas", debido a la presión made in U.S.A

La verdad es que las acciones emprendidas y continuadas con apoyo de los Estados Unidos, como fueron los sucesivos operativos antinarcóticos realizados durante los períodos llamados democráticos (1980-85; 1985-1990), resultaron verdaderas "bombas de fragmentación" que provocaron el desplazamiento de los cultivos, dejando amplias zonas peladas.

No quedaba sin embargo en tal daño las responsabilidades atribuida a la coca. El Embajador estimó relevante destacar que "los narcococaleros- nuevo término acuñado, presumiblemente, para penalizar el libre cultivo de coca - emplean cerca de 350 toneladas métricas de pesticidas" que no solamente "perjudican la salud del propio cocalero y la de su familia" sino también "son derramados a los ríos de la cuenca amazónica". La producción de cocaína sumaría "un desecho anual de más de 13.500 toneladas métricas de sustancias químicas tóxicas en la Amazonía". Debido a todo ello, concluyó el Embajador, "el daño ocasionado al medioambiente por narcococaleros(sic) y narcotraficantes es un crimen contra el patrimonio natural del Perú", razón por la cual terminó invocando solidariamente a que "trabajemos juntos para eliminar el daño que la coca y la cocaína ocasionan al medioambiente en el Perú".

La verdad es que el indebido tratamiento de la coca estimulado por el narcotráfico , así como las fumigaciones igualmente nocivas que viene propiciando el Gobierno de los EE. UU. (hoy en Colombia), son productos de la prohibición y de la fallida "guerra a la coca" que lleva adelante en la región andina. Nosotros pagamos las consecuencias de su imperio, y sus embajadores. encima, culpan a Mama Coca.

Todos los problemas tendrían inmediata respuesta mediante el aprovechamiento industrial de la hoja de coca en las condiciones sanitarias requeridas. Naturalmente que tal salida , la industrialización, sólo será posible si nuestro Gobierno cambia una política de Estado que tanto daño ha venidos haciendo al país. La continuada política que , desde 1947, sometió nuestra recurso ancestral al fallo internacional de las Naciones Unidas. De ahí la tarea de su diplomacia de querer pasar gato por liebre, culpando al cultivo de la coca por los desatinos de la política colonialista impuesta.

Desde La Molina, no puedo menos que decirle Good Bye!, mister Hamilton. Lástima que no le prestara importancia al "romance peruano de la coca"(César Vallejo en El arriero) y prefiriera su cuento de horror sobre el gran recurso andino el Día de la Tierra.

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