Los  magísteres Georg Lorber (Austria), especialista en Biotecnología y con maestría  en Ciencias y Ramón Enguídanos Requena (Valencia-España), Ingeniero Agrícola  con Maestría en sistemas agrícolas sustentables, ambos de la  Universidad de BOKU, son los expositores  invitados, cuya presencia es posible por el convenio que tiene La Molina con este  centro de estudios austriaco desde hace varios años, gracias al vínculo  realizado por la profesora Gladys Carrión, quien hizo su doctorado en Austria. 
             
              Mediante los acuerdos vigentes los estudiantes de La  Molina y de BOKU pueden hacer intercambio académico, es decir realizar un  semestre con los estudiantes de Viena y también, pueden colaborar en proyectos  como estos. 
              Los expositores ya se encuentran en los ambientes  de CEMTRAR desde hace dos semanas. Hasta allí llegó Gaceta Molinera para  entrevistarlos y conocer detalles de cómo aprovechar los residuos orgánicos. 
              ¿Cuál es el objetivo de dictar este curso? 
                Dar a conocer la utilidad de la basura orgánica, el  tratamiento de residuos agropecuarios,  la producción de biogás y la optimización del proceso. Hay mucha basura orgánica en  Perú que la gente no le da utilidad y la fermentación anaeróbica es una  opción. Se puede usar estos residuos como fertilizante, también como gas para cocinar  y es una tecnología económica que a la vez es una idea novedosa. 
              ¿En qué países se está aplicando esta  tecnología?  
                En Europa lleva muchos años aplicándose esta  tecnología, que no se puede comparar con la que se utiliza aquí por las características  del país; son diferentes leyes que restringe o aprueba. Por ejemplo en las  zonas tubulares de América de sur y Vietnam tienen diferente tecnología  y tipos de reactores. Aquí en Perú el fertilizante es muy importante,  mientras que en  Europa no; allá la  principal generalidad del proceso anaeróbico es la obtención de energía que es  eléctrica o térmica, sin embargo aquí, en América, la finalidad es obtener el  biol que es el fertilizante líquido y se puede obtener biosol y el fertilizante  sólido para luego aplicarlo en los campos como fertilizante orgánico para no  usar productos químicos. 
              ¿Cómo es el  proceso de transformación de los residuos? 
   Antiguamente,  todo residuo orgánico de camales y granjas se botaban directamente al mar, creando  todos los problemas ambientales de contaminación que actualmente existen y no había  ningún control, ni medida. Ahora desde la visión anaeróbica y el uso de  biodigestores se le da una alternativa  al agricultor: la opción de utilizar lo que   antes se consideraba un desecho o residuo ahora como un sub producto a  partir de un proceso obteniendo por un lado energía y por el otro el  fertilizante orgánico. En palabras simples quiere decir que el proceso de  excrementos de animales o de camal son inestables y después del proceso  anaeróbico son más estables y se pueden aplicar al suelo y darle un buen uso. 
              ¿Este proceso es muy complejo? 
                No es complicado, solo se necesitan materiales mínimos,  el principal trabajo es al comienzo en el montaje del biodigestor y cargarlo. Se  debe cargar regularmente con más materia orgánica, puede ser diario o cada tres  días o semanal; ese sería el único esfuerzo que se requiere en forma  continuada. 
              Para armar un biodigestor se necesita una bolsa de  geomembrana que se compra casi preparada, lo único que hay que hacer es instalarla  en un sitio fijo con dos tubos. Existen empresas especializadas que los  producen y venden todo para  el armado  del biodigestor y muchas personas que lo han hecho de manera autodidacta simple  e independiente. 
              ¿Dónde han encontrado mayor dificultad para  difundir esta actividad?  
                Contrariamente en las zonas rurales, donde  precisamente hay mayor cantidad de residuos orgánicos, la gente es más reacia a  implementar cosas nuevas. Un caso concreto se dio en Bolivia con resultados  poco optimistas, pues los agricultores se resisten porque creen que es difícil  el proceso pero no es así, solo se necesita poco trabajo. Muchos no entienden  el proceso que implica un trabajo minino pero importante, afirma el Ing. Lorber. 
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