Reservas médicas

Frente al activismo de quienes pretendieron darle fundamento "experimental" y "clínico" a la condena de la coca, justificando la decisión oficial de elevar el juicio a la "Comisión de Narcóticos de las Naciones Unidas", poco valieron, hace cuarenta años, las reservas médicas del entonces joven egresado Dr. Fernando Cabieses, así como los reparos expresados por el Dr. Carlos Monge M., Director del "Instituto de Biología Andina".

El primero de ellos, con mejor revisión bibliográfica que la realizada por Gutiérrez Noriega y trabajo de laboratorio como respaldo (Cabieses, 1946), puso en duda lo sostenido contra la coca y la costumbre de masticarla, protestando por "la precipitación de quienes han atacado abiertamente a nuestros indígenas considerándolos como sumidos en el vicio y la degeneración", aludiendo a Sáenz y a Gutiérrez Noriega. Agregó: "Mientras no existan pruebas definitivas que condenen contra toda evidencia el uso de la coca por los andinos en la altura, el hablar de vicio, degeneración y leyes de control, es sencillamente una afirmación sin base científica, aparte de que sólo conduce al ligero juicio de asegurar sin razones que los coqueros son vulgares cocainómanos" 34.

Al año siguiente, en Anales de la Facultad de Medicina el Director del "Instituto de Biología Andina" de la UNMSM, obligado por la controversia que se había dado dentro de la Facultad, incluía en la publicación de la "Revisión General sobre la Coca y la Cocaína" de Cabieses, unas palabras de presentación en las cuales planteaba el problema existente en los siguientes términos: "Mucho se ha escrito y muy poco se ha investigado sobre el "coqueo" en los Altiplanos de América. Para unos es "la planta sagrada" que afirma la vida en altitud; para otros es causa de la degeneración de la raza. El Instituto de Biología Andina se ocupa en la actualidad de este problema, enfocándolo con un criterio estrictamente científico" 35.

Las posiciones eran nítidas: Gutiérrez Noriega y Zapata Ortiz de un lado; Carlos Monge del otro, aunque asumiendo éste que se debía hablar de la coca- necesariamente - en relación con la variable altura, petición de principio que distrajo la atención en momentos que debió confrontarse la versión psiquiátrica con los antecedentes médicos de la coca, los mismos que no fueron debidamente valorados a lo largo de la siguiente controversia. Los sucesos posteriores, excelentemente documentados por Perú Indígena (Vol. III N' 7 y 8, Dic. de 1952), no alteraron las irreductibles posiciones iniciales, resumidas nuevamente por Monge (1952): "Desde el punto de vista médico subsisten las dos opiniones de orden clínico, de parecer irreductible: la de los que creen que la coca es causa de toxicomanía, y la de los que la niegan. Habría que agregar una tercera: La de los miembros de la Comisión de las Naciones Unidas (1950) que aseguran que no es toxicomanía, pero debe ser tratada como tal por ser hábito pernicioso. En fin, la W.H.0. (Informe Técnico N' 57, 1952, O.M.S) se ha pronunciado, a distancia, en el sentido de que es toxicomanía, opinión basada en las informaciones de la Comisión de las Naciones Unidas que asegura que no es toxicomanía". Monge, ante tales hechos, agregaba: "salta a la vista la confusión de todos sobre el particular".

Lamentablemente Monge no se percató de que no se trataba de "dos opiniones de orden clínico". Se debió confrontar la versión estrictamente literaria psiquiátrica (Kraepelin, Valdizán, Gutiérrez Noriega) con la versión médica anterior (Unanue, Moreno y Maíz, Freud, Mortimer, etc...), tarea que fue arbitrariamente obviada desde el principio en el proceso de acopio de información por los considerados especialistas de la Comisión de las Naciones Unidas, así como eludida por el "Comité de Expertos en Drogas Susceptibles de Engendrar Toxicomanía" de la Organización Mundial de la Salud. El carácter personal que adquirió la controversia, por la relación que estableciera Monge entre la coca y la altura - relación no necesaria, como ha reconocido Cabieses (1985), atendiendo a las razones de Bray y Dollery (1983), sólo confundió el debate y nubló la perspectiva de la coca como "el architónico del reino vegetal", del cual dio primer testimonio experimental Unanue (1794).

Proceso mal planteado desde el comienzo (solicitud peruana y tendenciosa acogida de la Comisión de Narcóticos), fue cerrado expeditivamente por el mencionado Comité de la Organización Mundial de la Salud (1953) con el ubicuo P.O. Wolff como Jefe de la Sección correspondiente. Quien había sido el fiscal inicial (como demuestra su "Bibliografía anotada", 1949), insatisfecho por lo actuado, se convertía en juez y reiteraba mandatoriamente su criterio "la masticación de la hoja de coca ("cocaísmo) debe ser considerada como una forma de cocainismo", imponiendo oficialmente el lenguaje psiquiátrico que bloquea hasta ahora la revisión oficial del tema así como de la política represiva generada 36.

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