Paralelamente, debido al incremento del uso de cocaína en los Estados Unidos de Norte América, como resultado de la llamada cultura de drogas, se ha realizado una revisión crítica de los conocimientos sobre sus efectos. Entre los informes cabe destacar Byck y Van Dyke (1977), Grinspoon y Bakalar (1979), Van Dyke y Byck (1982). Gracias a ellos es posible cuestionar mejor que nunca el supuesto carácter "tóxico" del alcaloide, calificativo que, respaldan en última instancia la condena que pesa sobre nuestro recurso natural 8.

En un informe último sobre el uso tradicional de la coca, preparando para el Instituto Indigenista Interamericano por Ossio, Cabieses, Ortiz y otros (1985), se ha omitido confrontar el fallo psiquiátrico, pese a ser éste el que quita respaldo científico al aprovechamiento de la coca y cierra el mercado internacional para ella. Dicho Informe se orientó estrictamente a mostrar su importancia para el mundo andino, así como la necesidad de tolerar la costumbre ancestral. Tal fundamentación antropológica, asumida por el Instituto Indigenista Interamericano y, mediante él, por la Organización de Estados Americanos, ha logrado prevalecer en la última convención sobre el control y regulación de drogas (Viena, 1988).

El presente informe, que recoge la investigación crítica documental de la versión psiquiátrica sobre "drogas tóxicas", "toxicomanía", "cocainismo" y "cocaísmo", pretende demostrar fehacientemente que tal categorización es un infundio, consentido por falta de rigor crítico en la lectura de los documentos psiquiátricos referidos a la cocaína, a la coca y al coqueo. Tal sería, también, el caso de la versión psiquiátrica sobre el opio (Papaverum somniferum) y el cáñamo de la India (Cannabis sativa) 9 . Igualmente ejemplifica el rol colonialista que el pensamiento psiquiátrico ha representado en los países dominados, con las graves consecuencias conocidas, y pretende aportar argumentos para una "revolución científica" (Kuhn, 1962) 10 , impostergable para superar la entropía del sistema mundial, a la que lleva la legislación internacional existente que reposa en el "juicio" psiquiátrico.

La coca: Marco histórico

La coca, Erythroxylum coca Lam y Erythroxylum novogranatense (Morris) con sus respectivas variantes: truxillense (Rusby, Plowman) e ipadu (Plowman), es un arbusto a cuyas hojas han recurrido y hoy mismo recurren los pueblos indios de estas tierras americanas, desde el norte de Argentina y Chile hasta la costa del Caribe, así como en la región amazónica 11 .

Recurso nutricional psicoactivo, planta medicinal y elemento ceremonial de los grupos aborígenes, al menos desde el segundo milenio anterior a la era actual, según prueba la Arqueología (Patterson, 1971; Cohen, 1978), su aprovechamiento humano aparece señalado desde entonces por múltiples datos que demuestran la amplitud y permanencia de su uso (Bray y Dollery,1983). Al momento de iniciarse el encuentro cultural, en el siglo XVI, fue registrada su presencia en Centro América. Tempranas descripciones de su uso cotidiano, en efecto, registran al coqueo en Panamá (Hemando Colón, 1539), Nicaragua (Fernández de Oviedo, 1549) y la actual costa de Venezuela, así como en la correspondiente a Colombia (Vespucio, 1504; De las Casas, 1561), no faltando referencias a Cuba (De las Casas, 1550) 12 . Llamada hayo, yaat, o hay (hai), la menuda hoja novogranatense era sin duda conocida ampliamente en la zona del Caribe. De ahí que pueda razonablemente conjeturarse que esas "hojas secas que deben ser cosa muy preciada entre ellos porque ya me trajeron en San Salvador de ellas", entregadas a Cristóbal Colón por un navegante solitario (tal como ha quedado anotado en su Diario el 15-X-1492, tres días después de desembarcar en Guahanani), bien podrían haber sido coca, aunque cabe naturalmente la reserva 13.

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