Las autoridades españolas, a
raíz de tales movimientos, deliberaron incluso sobre la posibilidad de erradicarla, tal
como dejó constancia Hipólito Unanue en su "Disertación sobre el aspecto, cultivo,
comercio y virtudes de la famosa planta del Perú nombrada coca", publicada en el
Mercurio Peruano (1794). En ella, frente al aserto prejuicioso "culpable la coca en
cuanto culpable el indio", hizo un recuento enciclopédico del tema, terminando por
dar a conocer un trabajo experimental que le permitió concluir: "la luz que nos
ministran la experiencia y el análisis manifiesta ser la coca el architónico del reino
vegetal". De otro lado, destacó la importancia económica de su comercio, el que
ascendía a 2.641,487 pesos entre los virreinatos de Bs. Aires y Lima, "cantidad
prodigiosa y que primera vista, acredita que el comercio de la coca en nuestros tiempos
excede infinito al que se pondera en los de la conquista" (Unanue, 1794). Durante la República, como consecuencia de la desestructuración del mundo tradicional, acentuada por la erradicación de los curacazgos dispuesta por Bolivar (Decreto del 4 de julio de 1825), variados debieron ser los cambios que se produjeron en el manejo de la coca, cuyo uso siguió asegurando la productividad en los trabajos tanto agrícolas como mineros. Mientras los Estados Unidos de Norte América y Europa se interesaban en las virtudes de la coca, apoyándose en los trabajos de Unanue (1794,1821), Mantegazza (1859), Moreno y Maíz (1868) y finalmente Freud (1884), creándose diversas líneas de productos de coca y cocaína en los laboratorios de Parke, Davis and Company (U.S.A) desde 1880 (Byck , 1975) y en los de E.Merck (Darmstadt, Alemania), en el Perú , debido a la marginalizacion de la coca de la conciencia criolla, solo excepcionalmente se reclamaba atención para nuestra solicitada riqueza. No puede sorprender por ello que en 1888, en las paginas de El Comercio, apareciera, con el apoyo de una nota editorial de presentación, la carta de "uno de los más ilustrados colaboradores", "carta destinada a llamar la atención sobre el posible cultivo de la coca, si el uso de mascar esta hoja se propagara". En ella Hipólito (Luis E. Márquez) reclamaba: "hoy que todos buscan ansiosos los medios de volver al Perú su perdida riqueza, deben el Gobierno y el Congreso fijar seriamente su atención en este negocio". En su apoyo, la nota editorial agregaba " no vacilamos en pedir al Ministerio un serio y preferente estudio". El informe , requerido finalmente a la Facultad de Medicina , fue firmado por los Doctores Ulloa, Colunga y Rios el 31 de Octubre del mismo año y publicado hace un siglo en Crónica Medica 20. En él se prestaba respaldo a la idea de difundir su uso por el mundo y, de otro lado, se sugería establecer en los fundos fábricas de cocaína bruta (pues se señalaba el mercado médico que estaba surgiendo en Europa). Empero tal sugerencia no fue aprovechada debidamente por el Gobierno, pero si por la iniciativa privada, cuya historia a partir de ese momento merece ser debidamente estudiada. La exportación de hoja tuvo en los siguientes años una creciente demanda debido al requerimiento de Norte América , especialmente de la firma Coca -Cola de Atlanta que , sin descocanizarla, la empleo hasta 1903, guardando luego el privilegio de su importación , cuando ésta fue limitada por el Acta Harrison (1914),luego de haber sido su uso restringido por la "Pure Food Drug Act" (1906), con medidas prohibicionistas que reflejaban la campaña psiquiátrica acogida por la prensa. Con la aparición de la preocupación psiquiátrica sobre las "toxicomanías" surgió la leyenda negra de la coca que aún impera y desprestigia a nuestro recurso andino ante las leyes internacionales. Como resultado de la forzada marginalización, el negocio de la coca y de la cocaína(aparte del tradicional mercado interno) ha sido desde entonces en gran parte clandestino, tornándose especialmente importante en los últimos veinte años. Un historiador italiano ha renunciado pulcramente a aclarar tal historia, expresando: "de esta parte clandestina no pienso ocuparme de ninguna manera ya que equivaldría a ocuparse de cocaína" (Romano, 1983). |
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