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PASIÓN POR JOSÉ MARÍA ARGUEDAS

Reunió a investigadores y artistas

(2011, NOVIEMBRE 22).- La nota emotiva la puso el violinista ayacuchano Máximo Damián al interpretar el tema favorito de Arguedas “Koka Kintucha” (La coca).  Como se recordó, en la carta de despedida que dejó Arguedas antes de suicidarse, le pidió a su amigo Damián que se escucharan sus acordes el día de su entierro.  Por su parte, la folclorista Martina Portocarrero entonó, como parte de su repertorio, una canción inspirada en el amor imposible de un niño José María hacia Justina, una muchacha algo mayor que él, que ya tenía compromiso”.
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Inició la Mesa Redonda el Doctor Jorge Aliaga, vicerrector académico, haciendo referencia al viaje que efectuaran docentes y alumnos, con la finalidad de reconstruir lo que luego le llamaran, “La Ruta Arguedas”, efectuándola, como se imaginaban lo hubiera hecho el propio Arguedas;  acompañados de artistas folclóricos, de cantos andinos, mientras visitaban lugares donde alguna vez estuviera el Amauta: Ica, Puquio, Andahuaylas, Abancay, Huancavelica, Chalhuanca, entre otros pueblos. “Esta fue una experiencia muy enriquecedora para los molineros que hicimos la ruta, fue ver gente y que se iluminaba el camino con el recuerdo de Arguedas”.

Por su parte el Doctor Aníbal Quijano, sociólogo y actualmente catedrático de la Binghamton University de Nueva York, manifestó que la propuesta de solicitar el ingreso de J.M. Arguedas a la Universidad (La Molina) se basó en el contexto que se vivía en el recinto universitario de aquellos años: por un lado el Perú oficial, de gente privilegiada por el acceso a derechos a los cuales accedía, y por el otro, el Perú real, con poblaciones de indígenas desprovistos de un trato equitativo, en su ingreso a la ciudad.

Durante el testimonio de vida que se hiciera del escritor andahuaylino, el Ing. Jaime Llosa manifestó que el mejor testimonio de la vigencia del pensamiento de Arguedas era la asistencia de jóvenes que llenaban el auditorio aquel día, a los que se dirigió haciéndoles la siguiente reflexión: “el mejor homenaje que se le puede dar a Arguedas es evitar que la sociedad siga siendo erosionada, es decir cuidar todos los legados: el agua, la tierra y las costumbres de nuestro pueblo que están desapareciendo”.  Añadió que es importante “repensar” al Perú para un mejor futuro porque si no, éste no existirá.


El Mg.Sc. Ricardo Rivera, presidente de la Cátedra Arguedas recordó que fue alumno de quechua del escritor y de cómo sus enseñanzas marcaron su vida.  El se ocupó de destacar la visión de migrante del Amauta, señalando que nuestro país tiene inmensos contrastes y Arguedas supo muy bien cómo relacionarse entre esta variedad como lo demuestra en sus obras. “Su condición de migrante nos identifica a todos y esa relación con los paisajes interandinos lo volvía sensible ante cada adversidad que vivía”.

El Ing. Jorge Montoya, por su parte habló sobre el paso de Arguedas en la entonces Facultad de Sociales, contó su experiencia como cuando era estudiante molinero, en una época de restricción y en momentos en que se formó dicha Facultad.

Fue el testimonio del Dr. Azril Bacal con que se finalizó la Mesa Redonda.  El expositor es egresado de la Facultad de Ingeniería Agrícola, quien conoció de cerca al docente, porque eran vecinos y colegas, tal como lo cuenta. “A dos días de su suicidio Arguedas y yo tuvimos un pequeño roce y me contaron que estaba mal.  Bueno no era novedad en él, así que le propuse ir al Bosque porque sabía que le encantaba.  Le dije “vamos un rato en la mañana y de allí volvemos a La Molina, pero no quiso” y yo no insistí, pero después me arrepentí. Quizás si hubiera sido más insistente… pero en fin, las cosas ya estaban predestinadas en él, porque ya antes había intentado acabar con su vida.  Y su sufrimiento por las cosas sencillas, eso era desde antes: su forma de interpretar la vida era muy sensible”.  De esta forma emotiva terminó su elocución el doctor Bacal.

DANZAS Y PAGO A LA TIERRA

El homenaje festivo se desarrolló al día siguiente con presentaciones artísticos musicales en el campo ferial de la UNALM y con la actuación de artistas folklóricos que interpretaron lo mejor de su repertorio frente a una multitud que esperaba ansiosa, así también se ofrecieron platos típicos de cada región de nuestro país, especialmente de la zona central.

Al promediar las 3 de la tarde, uno a uno fueron desfilando los artistas. Una de las primeras fue la Princesita de Yungay, le siguieron Julio Humala, Martina Portocarrero, Máximo Damián con su violín, entre otros. Cuando avanzaba la tarde se hizo un intermedio para realizar la ceremonia de pago a la tierra con sacerdotes andinos como es la costumbre en la serranía y una pequeña fogata donde se recordó el espíritu de José María Arguedas, evento que fue presidido por el Dr. Jorge Aliaga y el Mg.Sc. Ricardo Rivera. Luego continúo el desfile de artistas que invitaban a los asistentes a danzar. La reunión se prolongó hasta avanzada la noche, dejando un recuerdo imborrable entre los que asistieron al homenaje del Amauta, cuyo pensamiento arderá por siempre en La Molina.

 



 


 

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