MARCO CONCEPTUAL, DESARROLLO Y VALIDACIÓN DE ESTRATEGIAS PARA COMBATIR LA DEGRADACIÓN DE PASTIZALES ALTOANDINOS

Presentación

El proyecto tiene como finalidad mejorar la sostenibilidad y resiliencia de los socio-ecosistemas altoandinos mediante el desarrollo y validación de tecnologías para la mejora del estado de conservación y salud ecológica del ecosistema pastizal. El proyecto se realizará en cuatro unidades piloto ubicadas en zonas alto andinas de la Sierra Central.

Nuestra propuesta busca desarrollar y validar tecnologías para la mejora del estado de conservación y la condición ecológica de pastizales. El proyecto comprende cuatro etapas: (a) el desarrollo de un modelo para estimar el grado de degradación del ecosistema de pastizal, (b) la evaluación de estrategias de recuperación y mejora de pastizales, (c) el desarrollo de un sistema de información espacial y un sistema de soporte de decisiones para la evaluación y monitoreo del estatus ecológico de pastizales, y para el manejo sostenible y control de la degradación. Como resultados se dispondrá de un conjunto de tecnologías para mejorar la condición ecológica de los pastizales y de un modelo basado en el uso de sistemas de información espacial para mapear y monitorear el avance y retroceso de la degradación.

Para el desarrollo de esta investigación se creará la Alianza Estratégica entre entidades nacionales e internacionales, de remarcada trayectoria en el manejo de recursos naturales como: Laboratorio de Ecología y Utilización de Pastizales, Western Washington University, INIA Puno, Centro de Competencias del Agua y el Instituto de Montaña.

La ecorregión Puna donde se desarrolla la mayoría de la ganadería extensiva, abarca un área de más de veintiún millones de hectáreas de pastizales, humedales, glaciales, cuerpos de agua y zonas de protección, es un ecosistema clave para la economía nacional, por los productos y servicios ambientales que brinda al conjunto de la sociedad (Brown y MacLeod 2011) y su potencial contribución a la seguridad alimentaria. Sin embargo, esta ecorregión es altamente susceptible a los impactos derivados del cambio climático debido a la fragilidad de sus ecosistemas, variabilidad inherente y a los altos índices de pobreza que exhibe (Flores, 2012 y Vuille et al., 2008).

Actualmente, más del 40% de las tierras de pastoreo se encuentran en avanzado estado de deterioro y si no se toman medidas, para el 2100, más del 60% habrían pasado el umbral crítico de salud ecológica. Este deterioro de los pastizales reduce la capacidad del ecosistema para proveer bienes y servicios ambientales y constituye una amenaza a la seguridad alimentaria nacional (Flores, 2012).

Existen diversas estrategias para mejorar la productividad y estatus ecológico de los pastizales; pudiendo clasificarse en intensivas (re vegetación, entre siembra de leguminosas, abonamiento, manejo del agua) y extensivas (descanso, diferimiento, sistemas de pastoreo) según el nivel de riesgo, costos de inversión, nivel de producción, rentabilidad y nivel de tecnología (Flores, 1996). Si bien estas alternativas permiten hacer frente a la degradación de los pastizales, se requiere de un mayor análisis para asegurar que se esté realizando una mejora en su condición.

Por otro lado, una estrategia para reducir las amenazas asociadas con la degradación es proveer a los usuarios y administradores de las tierras de pastoreo con información actual y tendencias futuras sobre el estado ecológico y productividad de sus pastizales a fin de que puedan ajustar la carga animal y el sistema de manejo a variaciones abruptas y estreses ambientales que se podrían presentar como consecuencia del cambio climático (Coughenour, 1983). El desarrollo de sistemas de información, alerta temprana y sistema soporte de decisiones son herramientas de gestión claves para atenuar los impactos del cambio climático, mantener la estabilidad de los sistemas ecológicos y permitir respuestas adaptativas efectivas ante la aparición de eventos extremos (Flores y Ñaupari, 2011).

En el Perú, el 80% de la población de vacunos, ovinos y camélidos se concentra en la Sierra del país (sobre los 2,200 msnm), las cuales se encuentran en manos de las comunidades campesinas que constituyen el 30% de las familias rurales del país (Flores et al. 2007). Muchas de estas familias rurales viven en extrema pobreza y desarrollan la ganadería como actividad principal, con animales rústicos, poco productivos que utilizan los pastizales como recurso básico de alimentación. Situación que, sumado al bajo potencial productivo de estas tierras, limita el desarrollo de la agricultura. En consecuencia, la economía de estas familias depende principalmente de la producción pecuaria basada en pastizales (Flores et al. 2007). La ecorregión Puna es un ecosistema clave para la economía nacional por los productos y servicios ambientales que brinda y por su potencial contribución a la seguridad alimentaria y es considerada de alta vulnerabilidad al cambio climático, la desertización y a la pérdida de biodiversidad (Brown y MacLeod, 2011).

El cambio climático afecta la sostenibilidad de la ganadería, principalmente pequeños y medianos productores, estimándose que para el 2050 su aporte a la seguridad alimentaria se podría reducir en más del 30% si no se potencia la capacidad de los ecosistemas y de los usuarios para resistir el estrés climático y aprovechar las ventajas de especies nativas y criollas. Asimismo, los modelos climáticos globales predicen aumentos en los índices de aridez y variabilidad climática que se podrían incrementar notablemente si no se resuelve el problema de la degradación de recursos forrajeros por sobrepastoreo. Los escenarios futuros de cambio climático representan un nuevo reto a los sistemas pecuarios, mayormente pequeños productores, por lo que se vuelve urgente generar estrategias que permitan elevar la resiliencia del pequeño productor frente a las variaciones del clima y del mercado. La sostenibilidad del sector ganadero se basa en cinco principios: mayor eficiencia en el uso de recursos (agua, suelo, animales), mejora de condiciones de vida, protección de recursos naturales (ecosistemas naturales y recursos genéticos animales), incremento de resiliencia y mejora de la gobernanza. Por lo expuesto se requiere mejorar la sostenibilidad y resiliencia de los socio-ecosistemas altoandinos a través del desarrollo y validación de tecnologías para la mejora del estado de conservación y la condición ecológica de pastizales (FAO, 2014).

La ecorregión Puna donde se desarrolla la mayoría de la ganadería extensiva, abarca un área de más de veintiún millones de hectáreas de pastizales, humedales, glaciales, cuerpos de agua y zonas de protección, es un ecosistema clave para la economía nacional, por los productos y servicios ambientales que brinda al conjunto de la sociedad (Brown y MacLeod 2011) y su potencial contribución a la seguridad alimentaria. Sin embargo, esta ecorregión es altamente susceptible a los impactos derivados del cambio climático debido a la fragilidad de sus ecosistemas, variabilidad inherente y a los altos índices de pobreza que exhibe (Flores, 2012 y Vuille et al., 2008).

Actualmente, más del 40% de las tierras de pastoreo se encuentran en avanzado estado de deterioro y si no se toman medidas, para el 2100, más del 60% habrían pasado el umbral crítico de salud ecológica. Este deterioro de los pastizales reduce la capacidad del ecosistema para proveer bienes y servicios ambientales y constituye una amenaza a la seguridad alimentaria nacional (Flores, 2012).

Existen diversas estrategias para mejorar la productividad y estatus ecológico de los pastizales; pudiendo clasificarse en intensivas (re vegetación, entre siembra de leguminosas, abonamiento, manejo del agua) y extensivas (descanso, diferimiento, sistemas de pastoreo) según el nivel de riesgo, costos de inversión, nivel de producción, rentabilidad y nivel de tecnología (Flores, 1996). Si bien estas alternativas permiten hacer frente a la degradación de los pastizales, se requiere de un mayor análisis para asegurar que se esté realizando una mejora en su condición.

Por otro lado, una estrategia para reducir las amenazas asociadas con la degradación es proveer a los usuarios y administradores de las tierras de pastoreo con información actual y tendencias futuras sobre el estado ecológico y productividad de sus pastizales a fin de que puedan ajustar la carga animal y el sistema de manejo a variaciones abruptas y estreses ambientales que se podrían presentar como consecuencia del cambio climático (Coughenour, 1983). El desarrollo de sistemas de información, alerta temprana y sistema soporte de decisiones son herramientas de gestión claves para atenuar los impactos del cambio climático, mantener la estabilidad de los sistemas ecológicos y permitir respuestas adaptativas efectivas ante la aparición de eventos extremos (Flores y Ñaupari, 2011).

Investigación

  • Un marco conceptual y metodológico para evaluar el estado de conservación.
  • Lista de especies vegetales para utilizarse en programas de recuperación de pastizales degradados.
  • Un ranking de estrategias para la mejora de la condición para cada área piloto. Estas estrategias estarán agrupadas en su capacidad de incrementar la productividad forrajera y capacidad de carga de los pastizales.
  • Un sistema de información espacial para el monitoreo y control de la degradación.
  • Mapas de áreas degradadas de pastizal en base a signos espectrales; que servirán para identificar zonas de pobre cobertura y plantas invasoras.
  • Un sistema de soporte para el manejo sostenible y control de la degradación.
  • Plataforma virtual informativa del proyecto.

Organización y fortalecimiento institucional

  • Sensibilización de gobiernos regionales, locales, y comunidades.
  • Mejora de la infraestructura de la Unidad SIG y SR del Laboratorio de Ecología de Pastizales.
  • Capacitación de CIAPs en el manejo y conservación de pastizales.
  • Fortalecimiento de la capacidad de gestión de comunidades en el manejo de sus recursos naturales.